En la revista de poesía Azahar nº 74, esta canción pacifista, antigua ya pero, tristemente, siempre vigente. Gracias a José Luis Rubio por publicar el texto (página 44).
martes, 29 de julio de 2014
viernes, 24 de enero de 2014
Para presentarme...
Me llamo David Luis. Desde hace años hago canciones
y las canto con la guitarra. Si las canciones no sirven para cambiar el mundo,
estoy convencido de que sí que sirven, al menos, para remover la emoción y el
sentimiento en el individuo. Cuando me escuchan dicen que soy cantautor, lo
cual me parece más interesante que cualquier cosa que yo diga al respecto, así
que prefiero seguir cantando…
A veces me gusta encerrarme para escribir, tocar,
estudiar, experimentar y grabar; pero otras, salir a cantarle a la gente y
cantar con ellos: con oyentes o con músicos amigos; otras veces escucho. Todo esto
sucede en cafés, auditorios, la calle, casas, colegios,…
Otras veces escucho la radio, y discos, antiguos o
nuevos… Mi familia y amigos, quienes primero me escuchan, saben que quise ser
músico desde un álbum de Mecano, de quienes aprendí a cantar sobre distintas
cosas y a asomarme a diferentes estilos. De ahí nacieron las primeras
canciones, y de éstas, las siguientes… Como decía, escucho discos… de esto o de
lo otro, de cerca y de lejos, pero una vez el sonido llega hasta mí, se acortan
las distancias.
A veces leo algo de poesía; creo que viene al caso
decirlo porque las canciones también se
hacen con palabras, que son sonido, y porque a veces pongo música a poemas de
otros; o pongo música donde no oigo las palabras.
Os contaba todo esto para presentarme porque me
parece entretenido, estimulante, emocionante,…
David Luis.
Alicante, 24 de enero de 2014.
miércoles, 1 de enero de 2014
Concierto de Año Nuevo.
A medio día he estado escuchando
y viendo con admiración el final del Concierto de Año Nuevo en Viena, dirigido por
Daniel Barenboim. Pero yo de pequeño era tan ignorante (más aún que ahora) que
no entendía bien la función del director de orquesta, viendo que otras
formaciones musicales se “apañaban” sin él. No podía entender aún que el
director se expresaba a través de un enorme instrumento.
Más
mayor, interesado por las posibilidades de la música electrónica, me dejaba
fascinar -ya desde mi teclado Casio- por la imitación de los instrumentos
reales a través de un teclado o de un ordenador; ahora, aunque siempre atraído
por cualquier recurso para hacer música, lo veo desde otro ángulo: me fascina
la “aparatosidad” de una orquesta, todo lo que se hacía con ellas antes de la
informática musical y el compromiso mental, emocional y físico que hacen los
músicos y su director; es como si éste fuera el capitán de un navío enorme y
diera forma y fondo a un oleaje de sonidos, buscando una suerte de perfección
que, afortunadamente, es imposible. Esa parte misteriosa e impredecible de la
música y de la vida es también la que me apasiona. La búsqueda del ideal, en una
dirección o varias, encuentra en el viaje imperfecciones que lo hacen cada vez
más bello.
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